No existe otra variedad que bautice a un municipio y a una denominación de origen en todo el mundo. Pero la Cariñena rompe esa exclusividad y se erige como una de las más interesantes del patrimonio vitivinícola aragonés.
En BSV la conocemos tanto como que está con nosotros desde hace siglos. Muchos siglos. Define perfectamente la definición de autóctona porque, si bien otras fueron importadas con éxito, la Cariñena ya estaba aquí, en su casa. En nuestro caso, contamos con 171,67 hectáreas de esta casta de las cuales el 25,03% están cultivadas en vaso y el resto en espaldera. La edad media de nuestros viñedos es de 23 años. La Cariñena ocupa una superficie total de 695 hectáreas dentro de la Denominación de Origen Protegida por lo que nuestro grupo controla algo más del 25% del total.
Uva tinta vigorosa, con racimos de tamaño grande, cilíndrico-cónicos, compactos y alados, posee un alto grado de pigmentación y un alto contenido en azúcares. Por lo tanto los vinos que se obtienen de ella son de intenso color y de alto grado alcohólico. Buena acidez, tanicidad y expresión son sus credenciales. Y como podrán intuir, estamos muy orgullosos de lo que nos proporciona.
Resulta curioso verla en vinos franceses como Carignan, en italianos que la denominan Carignano o en la Carignane que llama el habla inglesa. En nuestro país se la llama Samsó o Mazuelo entre otras muchas sinonimias. Pero Cariñena es la original, una de las cepas más antiguas de nuestro país que, además, se cultiva en muchos más lugares de los que, a priori, parece.
Últimamente se le está dando una proyección que jamás había tenido. De hecho, la propia denominación de origen, la comarca, el ayuntamiento cariñenense y la ruta El Vino de las Piedras se han unido para reivindicar la importancia de esta variedad. Nosotros, desde nuestro grupo, seguiremos rindiéndole pleitesía como mejor sabemos: mostrándola al mundo con vinos elegantes, finos y con un innegable sentido de procedencia.